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domingo, diciembre 6

"ADIESTRAR LA MENTE" (S.S. Dalai Lama)

Las cuatro nobles verdades y la causación

Como probablemente sabréis todos, las enseñanzas centrales del Buda están enraizadas en las cuatro verdades nobles. Las Cuatro Nobles Verdades son el fundamento de la enseñanza budista y son las siguientes: la verdaddel sufrimiento, su origen, la posibilidad de que cese el sufrimiento y el camino que conduce a la cesación del sufrimiento. Las enseñanzas sobre las Cuatro Nobles Verdades están arraigadas en nuestra experiencia humana, bajo la cual se halla la aspiración básica de buscar felicidad y de evitar el sufrimiento. La felicidad que deseamos y el sufrimiento que eludimos surgen como resultado de causas y condiciones. Comprender este mecanismo causal del sufrimiento y la felicidad es el tema esencial de las Cuatro Nobles Verdades.

La comprensión budista del mecanismo causal está basada en un análisis detallado de las diversas posibilidades de causación. Por ejemplo, uno puede argumentar que nuestras experiencias de sufrimiento y de felicidad ocurren sin razón, en otras palabras, que carecen de causa. Esta posibilidad ha sido rechazada en las enseñanzas budistas.

También se podría pensar que nuestras experiencias de sufrimiento y felicidad son, en cierto sentido, creadas o causadas por algún ser transcendental.

Esta posibilidad también ha sido rechazada en el budismo. Otra opción sería que un determinado tipo de substancia primordial fuera la base del surgir de todas las cosas y eventos. Esta idea ha quedado igualmente descartada. Es decir, que nuestras experiencias de sufrimiento y de felicidad no surgen por sí mismas, no surgen debido a una causa con existencia independiente ni tampoco son el producto de una combinación de éstas.

Habiendo rechazado todas las posibilidades metafísicas precedentes, la enseñanza budista entiende el proceso causal en términos de un surgir interdependiente: todas las cosas y eventos, incluyendo nuestras experiencias de sufrimiento y felicidad, ocurren como resultado de la reunión de una multiplicidad de causas y condiciones.

Comprender la Función Principal de la Mente

Cuando examinamos con detenimiento la enseñanza de las Cuatro Nobles Verdades, descubrimos la importancia primordial que tiene la consciencia, o la mente, en la determinación de nuestras experiencias de felicidad y de sufrimiento. Desde la perspectiva budista, existen diferentes niveles de sufrimiento. Está, por ejemplo, el sufrimiento que es obvio para todos nosotros, es decir, las experiencias dolorosas. Todos somos capaces de reconocerlas como sufrimiento. Un segundo nivel de sufrimiento incluye lo que se define comúnmente como sensaciones placenteras. En realidad, las sensaciones placenteras son, también, sufrimiento porque tienen en ellas la semilla de la insatisfacción. Hay, asimismo, un tercer nivel de sufrimiento que, en la terminología budista, se llama sufrimiento penetrante del condicionamiento.

En cierto sentido, se puede decir que este tercer nivel de sufrimiento viene dado con la simple realidad de existir como seres ignorantes y propensos a las emociones, los pensamientos y las acciones kármicas negativos. El mismo hecho de estar vinculados a las emociones negativas y al karma es una fuente de sufrimiento y de insatisfacción.

Si contemplas los distintos tipos de sufrimiento, encontrarás que, en última instancia, todos ellos están enraizados en el estado de la mente. De hecho, el estado indisciplinado de la mente es una experiencia de sufrimiento.

Si miramos el origen del sufrimiento en los textos budistas, encontramos que, aunque leamos sobre el karma, la acción y el engaño que propulsa o motiva la acción, estamos tratando con acciones cometidas por un agente. Debido a que hay un motivo detrás de la acción, el karma puede comprenderse en última instancia en términos de un estado mental, un estado mental indisciplinado. Del mismo modo, cuando hablamos de los engaños que impulsan a uno a actuar de forma negativa, estamos hablando también de un estado mental indisciplinado. Por consiguiente, cuando los budistas se refieren a la verdad del origen del sufrimiento, están refiriéndose a un estado mental que es indisciplinado e indómito y que da origen a un estado de ignorancia y sufrimiento. En su sentido último, el origen del sufrimiento, la causa del sufrimiento y el sufrimiento propiamente dicho sólo pueden comprenderse en términos de un estado mental.

La cesación del sufrimiento sólo puede estar asociada a un ser sintiente, a un agente, a la consciencia. No podemos hablar de la cesación del sufrimiento de un objeto inanimado, como un cazo o una mesa, etc. Las enseñanzas budistas describen la cesación del sufrimiento como el estado más elevado de felicidad. Pero esta felicidad no ha de ser comprendida en términos de sensaciones placenteras; no estamos hablando de felicidad a nivel de sentimientos o de sensaciones. Nos estamos refiriendo, más bien, al nivel más elevado de felicidad, que está constituido por la libertad total del sufrimiento y del engaño. De nuevo, se trata de un estado mental, un nivel de realización espiritual.

En última instancia, para comprender nuestra experiencia de sufrimiento y dolor y el camino que conduce a la cesación, las Cuatro Nobles Verdades, tenemos que comprender la naturaleza de la mente.

La Mente y el Nirvana

El proceso por el cual la mente crea nuestra existencia ignorante y el sufrimiento en el que vivimos lo describe Chandrakirti en su obra Guía del Camino Central (Madhyamakavatara), en donde afirma: "Un estado mental indisciplinado da origen a los engaños que propulsan a un individuo a la acción negativa que, a su vez, crea el entorno nocivo en el que vive la persona".

Para tratar de comprender la naturaleza de la libertad del sufrimiento (nirvana) de la que habla el budismo, podemos remitirnos a un pasaje del texto de Nagaryuna, Fundamentos del Camino Central (Mulamadhyamakakarika), en el que, en cierto sentido, equipara la existencia no iluminada (samsara) a la existencia Iluminada (nirvana). Lo que indica, aquí, Nagaryuna es que no debemos creer que nuestra naturaleza o nuestra existencia, iluminada o no, es intrínseca.

Desde el punto de vista de la vacuidad, ambos estados se hallan igualmente vacíos por completo de una realidad o de una existencia intrínseca. Lo que diferencia un estado no iluminado de uno iluminado es el conocimiento y la experiencia de la vacuidad.

El conocimiento y la experiencia de la vacuidad del samsara es el nirvana. La diferencia entre samsara y nirvana es un estado mental.

Una vez dadas estas premisas, es lógico preguntar: "¿Está sugiriendo el budismo que todo cuanto existe no es más que una proyección de nuestra mente?". Ésta es una pregunta crítica a la que los maestros budistas han ofrecido distintas respuestas. Por un lado, los grandes maestros han argumentado que, en el análisis final, todo, incluyendo nuestra experiencia de sufrimiento y felicidad, no es más que una proyección de nuestra mente.

Pero hay otro grupo que ha argumentado, vehementemente, en contra de esa forma extrema de subjetivismo. Este segundo grupo mantiene que, si bien en cierto sentido se puede comprender que todos los fenómenos, incluyendo las experiencias propias, son creaciones de la propia mente o consciencia, esto no significa que todo sea sólo mente. Ellos afirman que uno ha de mantener un grado de objetividad y creen que las cosas existen.

Aunque mantienen que la consciencia, la mente, el sujeto, desempeña una función en la creación de nuestra experiencia y del mundo, insisten en que existe, también, un mundo objetivo que es accesible a todos los sujetos y a todas las experiencias.

Hay otro punto, con respecto al concepto budista de libertad o nirvana, que creo necesario que se comprenda. Nagabuddhi, un discípulo de Nagaryuna, afirma que, "la Iluminación o la libertad espiritual no es un regalo que alguien pueda hacerte ni es la semilla de la Iluminación algo que sea poseído por otro". La implicación, aquí, es que la semilla o el potencial para la Iluminación existe naturalmente en todos los seres. A continuación, Nagabuddhi pregunta: "¿Qué es nirvana?, ¿qué es la Iluminación?, ¿qué es libertad espiritual?". Y su respuesta es la siguiente: "La verdadera Iluminación no es más que la comprensión absoluta de la naturaleza de la propia entidad". Cuando Nagabuddhi habla de la naturaleza de la propia entidad, se está refiriendo a lo que los budistas llaman la clara luz última o la naturaleza interna y radiante de la mente. Nagabuddhi afirma que el auténtico estado de budeidad se alcanza cuando la naturaleza interna se ha actualizado o comprendido en toda su profundidad.

Así pues, cuando hablamos de la Iluminación, el estado de la budeidad o del nirvana, que son los frutos de los esfuerzos espirituales personales, estamos hablando de una cualidad de la mente, de un estado mental. Del mismo modo, cuando nos referimos a los engaños y a los factores que oscurecen y obstruyen nuestra logro del estado iluminado, estamos hablando también de estados mentales, de los estados mentales engañosos. En particular, nos estamos refiriendo a los estados engañosos que se hallan enraizados en un modo distorsionado de percibir el propio yo y el mundo. La única forma de eliminar esa comprensión errónea, esa manera distorsionada de percibir el yo y el mundo, es cultivar la visión correcta de la verdadera naturaleza de la mente, de la verdadera naturaleza del yo y del mundo. Aquí, una vez más, tanto la percepción purificada como los objetos de purificación han de ser comprendidos en términos de estados mentales.

En resumen, la enseñanza del Buda equipara, por un lado, un estado mental indisciplinado con el sufrimiento y con la existencia no iluminada y, por el otro, un estado mental disciplinado con la felicidad, con la Iluminación o la libertad espiritual. Éste es un punto esencial.

Generalmente, nuestras experiencias diarias de placer y de dolor están relacionadas con sensaciones físicas y con estados mentales. Es obvio.

Cuando el placer o el dolor se manifiesta principalmente en forma de sensaciones físicas, puede ser subyugado o neutralizado por un estado mental. Esto está claro. Por otra parte, es difícil neutralizar un estado mental desdichado mediante el bienestar físico. Si un enfermo que padece grandes dolores mantiene una mente serena, será capaz de neutralizar su sufrimiento. Y también se puede aliviar el sufrimiento físico con una actitud de aceptación o con el deseo de soportarlo. Es pues tan útil como importante concentrarse en el adiestramiento mental sobre una base diaria, incluso sin considerar la próxima vida o la libertad espiritual. Yo creo que a todos nos conviene cuidarnos más de nuestra mente, no sólo del dinero. Creo que conviene incluso a aquellos que no buscan ni están interesados en obtener resultados a largo plazo.

El Pensamiento Válido y el Pensamiento no Válido

Debo informar al lector de que, cuando nos referimos a estados mentales, la palabra que se traduce como "mente" tendría que traducirse como “mente/corazón”. Un hecho natural, supongo que se le podría llamar “ley psicológica”, de nuestra experiencia subjetiva de los pensamientos y las emociones es que dos pensamientos o emociones que se oponen directamente no pueden coexistir al mismo tiempo. Desde nuestra experiencia ordinaria de cada día, sabemos que hay pensamientos que pueden ser clasificados como válidos y, otros, como no válidos. Por ejemplo, si un pensamiento particular corresponde con la realidad, es decir, si hay una correspondencia entre el estado de hechos en el mundo y la propia percepción de ellos, entonces, uno puede llamar a eso un pensamiento válido o una experiencia válida. Pero también experimentamos pensamientos y emociones que son completamente contrarios al modo en que existen las cosas. En algunos casos, es posible que se trate de una forma de exageración pero, en otros, pueden ser diametralmente opuestos al modo de ser de las cosas. Tales pensamientos y emociones se consideran no válidos y sin fundamento.

Los textos budistas, especialmente los de epistemología, hacen esta distinción entre las formas de pensamiento y emoción válidas y no válidas para explicar la cognición válida o cognición verdadera y sus resultados o frutos. Lo que quiero decir aquí es que, para que un esfuerzo tenga éxito y conduzca al logro de un objetivo, se requieren pensamientos y emociones válidos.

En los textos budistas, se afirma que el logro de la liberación espiritual más elevada, el nirvana o la Iluminación, es fruto de pensamientos y emociones válidos. Por ejemplo, de acuerdo con las enseñanzas budistas, el factor principal que da origen al logro de la Iluminación o budeidad es un conocimiento directo y verdadero de la naturaleza de la realidad. Un conocimiento directo y verdadero de la realidad es un modo válido de conocer cosas, como la naturaleza del mundo, etc. Además, si observamos los numerosos factores complementarios, como la compasión, el altruismo y la aspiración de alcanzar la Iluminación para beneficio de los seres sentientes (bodichita), vemos que están todos ellos basados en el pensamiento válido. Aunque el altruismo y la compasión sean más una emoción que un pensamiento cognitivo, el proceso que conduce al logro de la compasión universal y la bodichita implica comparar las verdades con las falsedades.

Éste es un proceso de cultivar los modos válidos de percibir y de experimentar las cosas. Por lo tanto, podemos decir que la budeidad en sí misma es una consecuencia de los pensamientos y las emociones válidas y vemos, por el contrario, que la experiencia no iluminada (samsara) es un producto de modos inválidos de percibir y de experimentar.

Por ejemplo, de acuerdo con el budismo, la raíz fundamental de nuestra existencia no iluminada y de nuestro sufrimiento es la ignorancia (avidya).

La característica principal de esta ignorancia es un modo distorsionado de percibir el mundo y a nosotros mismos. De nuevo, los pensamientos y las emociones no válidos, los modos no válidos de percibir y de experimentar las cosas y a uno mismo son, en última instancia, la fuente de nuestro sufrimiento y de nuestro estado no iluminado. La cuestión principal, en el análisis final, es la correlación entre los pensamientos y las emociones válidos y la felicidad y la libertad espiritual, y entre las formas de pensamiento y emociones no válidos y el sufrimiento y el estado no iluminado.

En la práctica budista del adiestramiento o la disciplina mental, el énfasis recae en implicarse en un método o proceso mediante el cual las formas válidas de pensamiento y emoción puedan ser desarrolladas, incrementadas y perfeccionadas y en donde las formas no válidas puedan ser contrarrestadas, minadas y finalmente desechadas. Algo que debemos comprender y apreciar, cuando nos aproximamos a una técnica como el adiestramiento mental budista, es la complejidad de la tarea a la que nos enfrentamos. Las escrituras budistas mencionan ochenta mil tipos de pensamientos negativos y destructivos, que corresponden a los ochenta y cuatro mil tipos distintos de enfoques o antídotos. Es importante no tener la expectativa poco realista de que, de algún modo, en algún lugar, encontraremos esa llave mágica que nos permitirá eliminar de golpe todas nuestras mentes negativas.

Necesitamos contar, pues, con gran determinación y paciencia. No hay que pensar que en cuanto uno se ponga a practicar el darma, va a iluminarse en un breve periodo de tiempo, quizá en una semana. Esto es imposible y nada realista.

Me gustaría hacer referencia a un hermoso comentario efectuado por Nagaryuna que habla de la necesidad de tener paciencia y una apreciación de la medida de tiempo que se necesita para implicarse realmente en un proceso de adiestramiento o de disciplina mental. Nagaryuna dice que si, mediante el adiestramiento mental y la disciplina, mediante la sabiduría y su hábil aplicación, puedes desarrollar en tu interior un sentimiento de tranquilidad y confianza, una tranquilidad que está realmente enraizada en un postura confirmada y definitiva, entonces, el tiempo que lleve no tiene importancia. En contraste con el punto de vista de Nagaryuna, desde nuestra experiencia personal, el tiempo sí que importa. Si estamos experimentando un acontecimiento insoportable y doloroso, aunque sea de poca duración, deseamos salir de él lo más rápidamente posible.